Chapter 28
Capítulo 28
Ella rápidamente soltó a Aspen, con su rostro sonrojado murmuro un “gracias” y sacando un puñado de billetes de su bolsillo, los puso en la mano de Aspen y salió corriendo.
El sonido de sus tacones altos resonaba en el suelo, yendo de más cerca a más lejos, hasta que finalmente fue ahogado por la música vibrante del bar.
Aspen observó la dirección en la que ella se fue, frunciendo el ceño.
Esta había sido la primera vez en seis años que contacto cercano con una mujer.
La sensación familiar y agradable surgió en su corazón de repente, recordándole aquella
noche de hace seis años.
Sus labios también habían sido tan suaves esa noche.
Por eso no la había empujado de inmediato.
Morgan, al notar que algo no iba bien, soltó la mano de Abel y volvió corriendo,
“Aspen, esto… ¿ustedes se conocen?”
Aspen desvió la mirada y miró los billetes en su mano, eran dos de cien y uno de cincuenta. Luego frunció el ceño.
Con una cara de pocos amigos le entregó el dinero a Abel y caminó hacia la sala privada, ignorando a Morgan sin decirle una palabra más.
Abel miró los billetes en su mano, en total hacían 250.
¿Era eso una compensación de Carol para que no hablara de lo sucedido?
¿O era el precio de un beso a su jefe?
¿Un beso y silencio solo valían 250?
¿No sería eso como decir que su jefe estaba siendo subestimado?
Morgan, viendo que Aspen estaba molesto, no se atrevió a seguirlo y agarró a Abel preguntándole,
“¿Aspen conoce a esa chica del bar?”
Abel guardó el dinero en su bolsillo y le respondió cortésmente, “Se han visto un par de
veces.
“¿Qué relación tienen? ¿Cómo se atreve ella a besar a Aspen? ¿Y cómo es que Aspen la dejó? ¡Si Aspen es el hombre de mi sobrina Ayla!”
Abel no quería hablar sobre lo de Aspen y Carol, pero no pudo contenerse al mencionar a Ayla,
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“Señor Morgan, usted debería saber muy bien cual es la relación entre el Sr. Aspen y la rta. Ayla. Hay cosas que mejor no se dicen a la ligera, no sea que Aspen se moleste eso no sería bueno ni para usted, ni para la Srta. Ayla, ni para la familia Prieto.”
Abel sonrió con diplomacia, se deshizo de Morgan cortésmente y se fue.
El rostro de Morgan se oscureció aún más, y olvidando el dolor de su cuerpo, sacó su celular para llamar a Ayla,
“Ayla, ¡surgió un problema! ¡Un problema grande! ¡Aspen besó a otra mujer!”
En la sala VIP, había mucha gente y mucho bullicio.
Cuando vieron entrar a Aspen, se levantaron a saludarlo, “Aspen.”
Aspen asintió con la cabeza, indicándoles que siguieran con lo suyo.
Se dirigió directamente a la silla central, se sentó, cruzó sus largas piernas y encendió un cigarrillo.
Orion notó que Aspen se veía enfadado y le preguntó,
“¿Qué pasa? No es común que te decidas a salir y ahora tienes esa cara.”
Aspen todavia pensaba en Carol.
Ese beso había perturbado su mente.
No quiso explicarle y le preguntó, “¿Cómo está Iker ahora?”
Iker era el sobrino de Orion.
Orion le respondió, “Fui al hospital esta tarde y estaba durmiendo, mi hermana me dijo que tuvo un ataque hoy, se escapó del hospital y se puso a hacer un berrinche en la carretera. Por suerte, encontró a una chica que sabe de medicina, si no, las consecuencias habrían sido impensables. ¿Y Miro? ¿Cómo ha estado últimamente?”
Aspen sacudió la ceniza del cigarrillo, “Igual que siempre.”
Orion intentó consolarlo, “No te preocupes tanto, Nathan dijo que hay una gran posibilidad de milagros con enfermedades psicológicas, todavia son jóvenes, tal vez al crecer puedan superar su
enfermedad.”
Aspen fumaba en silencio, sin responderle..
La enfermedad de Iker y Miro eran diferentes.
Iker había desarrollado un trauma después de ser secuestrado, pero lo de Miro era por una obsesión profunda con su madre.
El remedio para una enfermedad del corazón debe venir del corazón, si Iker puede superar
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su miedo, naturalmente se curará.
Pero Miro no, si no encuentra a su madre en esta vida, su enfermedad probablemente nunca se curará y solo empeorará.
De repente, Orion se acercó más a él y con una sonrisa pícara le dijo,
“Hueles a perfume de mujer, ¿tienes a alguna chica contigo?”
Orion era conocido por ser un mujeriego y tenía un sexto sentido para estas cosas.
Aspen volvió a la realidad y frunció el ceño, “No.”
“Entonces, ¿por qué hueles a perfume? Es un perfume bastante agradable, debe ser perfume de mujer, muy único, nunca antes visto, como una edición especial… Ese perfume definitivamente es caro, y la mujer que lo usa seguro que no es cualquiera.
Vamos, cuéntame, ¿de qué familia con dinero será la señorita? Tantos años y nunca nadie ha logrado conquistarte, ¿cómo es que esta vez sí cayó? ¿Qué tiene ella de diferente?”