Capítulo 510
Capítulo 510
Después de todo, Cira, la exsecretaria principal, era bien conocida en todo el Grupo Nube Celeste. © NôvelDrama.Org - All rights reserved.
Pero ¿quién podría haber imaginado que, un año después, regresaría a la compañía, tomada de la mano de su jefe?
Al ver lo abiertos que eran frente a los demás, ¿cómo no despertarían la curiosidad sobre su relación?
Por ende, en menos de media hora después de que Cira entrara en la oficina, casi todos en la empresa ya conocían la noticia, convirtiéndose incluso en el tema más candente en la hora del almuerzo entre los empleados durante los siguientes tres días.
Junto con eso, también resurgió el antiguo romance entre Morgan y Keyla.
Poco a poco, la gente comenzó a especular sobre una historia, concluyendo que Cira había renunciado en su momento porque Morgan había sido seducido por la amante Keyla, pero ahora, habiéndose dado cuenta de su error, él decidió recuperar a su viejo amor. Y la evidencia consistía en que, durante un tiempo antes de Año Nuevo, Morgan solía ir a la ciudad de Xoán, jjusto cuando Cira trabajaba en el Grupo Sánchez cuya sede se encontraba ahi!
Esa versión, elevada a la categoría de verdad tras la revelación inadvertida de Helena sobre el matrimonio entre el señor Vega y Cira, fue el tema de moda durante un buen rato.
Por supuesto, todo eso eran otras historias por llegar.
En ese momento, Cira no tenía tiempo para preocuparse por los rumores y habladurías. Al entrar en la oficina del presidente y ver el entorno familiar, no pudo evitar acordarse de algunos momentos pasados, pero se obligó a mantenerse concentrada y preguntó mientras seguía a Morgan: -¿Qué pasó con el hombre de Gerardo que atraparon ese día?
Morgan desabrochó el botón de su saco y preguntó: -¿Te refieres al tal Iván?
Si.
-Está en manos de Luis. Ese tipo era muy terco, se negó a decir qué habían hecho ustedes allí en ese momento, así que ni me molesté en preguntar. Si no lo mencionas hoy, casi lo olvido por completo - respondió Morgan, colgando su traje en un perchero.
-Déjalo ir dijo Cira-. Ya que estoy en tu control, te sirve para nada. Aparte de dejarlo ir, ¿ qué más podrías hacer? Estamos en una sociedad de leyes ahora, ¿realmente te atreverías a
cometer un asesinato?
Morgan no contestó y se sentó en su silla de escritorio. Al mirar a Cira que tenía delante desde esa posición, también tenía una sensación de familiaridad al regresar al pasado. Sonrió y bromeó: – Señorita López, ¿me harías el favor de prepararme una taza de café?
Cira se sorprendió por un momento antes de burlarse: -¿No dijiste que soy la señora Vega?
Morgan corrigió rápidamente la forma en que se dirigía a ella y preguntó de nuevo: Entonces, señora Vega, ¿ahora me harías el favor de prepararme una taza de café?
Cira sin duda no tuvo ganas de servirle y miró en otra dirección.
Decir que ahora tenía mal genio no era una exageración.
Morgan negó con la cabeza con resignación y fue él mismo a la máquina de café. -¿Qué quieres tomar…? Ah, pero probablemente estás embarazada y no puedes tomar café. ¿Te gustaría un té de
miel?
-No gracias rechazó rotundamente Cira. En ese instante, lamentaba mucho haber aceptado ir a la empresa con él, y quedarse en esa oficina tan familiar le resultaba muy incómodo. Frunció el ceño y dijo: -No quiero estar aquí. Quiero volver a casa.
Morgan tomó una cucharada de miel y la disolvió en agua tibia, hablando suavemente:
debemos Somos recién casados y estamos profundamente enamorados, por supuesto que estar juntos todo el tiempo para mostrarlo. Quédate en la empresa hoy, si te sientes cansada, puedes ir a descansar al cuartito allí.
Cira no sabía desde cuándo a Morgan le había empezado a gustar actuar, y hasta la obligó a cooperar con él en ese juego de fingir pareja enamorada. Se quedó mirando su figura con frialdad durante un momento, luego se dio la vuelta y entró en el área de descanso del despacho.
Durante ese tiempo, Morgan entró varias veces, ya sea para llevarle agua con miel o algún bocadillo, temeroso de dejar hambriento al bebé del que nadie podía estar seguro.
La tercera vez que fue a llevarle pastelitos, su celular sonó. Miró a Cira, que tenía la cabeza escondida bajo la manta y salió mientras respondía al teléfono.
-Hola, señor García, ¿es que pasa algo?
¿García? ¿Era Fermín?
Con eso en mente, Cira abrió silenciosamente los ojos bajo el edredón,
Fermín, confundido, preguntó: -Señor Vega, ¿por qué hablas tan bajo?
Morgan respondió: – Cita està durmiendo en mi oftelua, no quiero despertarla.
Después de eso, Cira ya no pudo oir lo que declan a medida que se cerraba la puerta
Se acostó boca arriba mirando el techo, y tras unos segundos, sacó un hisopo del bolsillo, ed mismo que la enfermera le habia dado para detener el sangrado.
Cuando se lo dio, la enfermera le había echado una mirada significativa, como si estuviera insinuando algo, asi que aprovechando que Morgan no la estaba mirando, escondió el hisopo,
Ahora, lo levantó frente a ella para examinarlo detenidamente, y enseguida notó algo
extraño.
¡El tallo del hisopo no era de plástico, sino una hoja de papel!
El corazón de Cira dio un vuelco y se sentó de golpe, abriendo el papel.
[La sangre la cambiaré. No te preocupes, todo lo demás está listo. Sólo tienes que descubrir la manera de conseguir la contraseña de la UCL.]
No había firma, pero Cira estaba segura de que debía ser de Gerardo.
Al parecer, él había abordado todo en el hospital, por lo que ella no necesitaba preocuparse por el análisis de sangre. Ya sea que estuviera embarazada o no, lo que Morgan obtendría seria definitivamente un resultado negativo.
Cira suspiró de alivio, pero al siguiente segundo apretó los puños.
¿La contraseña de la UCI
Morgan debería estar temiendo que ella y Gerardo se llevaran a su madre, pero nunca imaginó que llegaría al punto de necesitar una contraseña.
Sin ella, forzar la entrada alertaría a todo el mundo, y así se quedaría sin escapatoria. Pero ¿qué otra forma tenía ella de sacar esa información de Morgan?