El empresario del corazon roto

Chapter 84: De noble linaje



Chapter 84: De noble linaje

[Quentin]

Los primeros meses son la alegría, el segundo trimestre la expectativa, y en el caso de Isabel el

tercero fue perfecto. Su embarazo llegó a término hace unos días atrás y ahora todos estamos

esperando el momento de que el bebé decida llegar a nuestra familia y mientras tanto arreglamos todo

para que cuando sea el día no haya nada de qué preocuparse.

Isabel, desde el séptimo mes decidió retirarse de “Amistoso Menú” y dejar al mando a nuestra nueva

socia, Vivianne, quién entró al negocio ya que su madre que es enfermera nos consiguió dos casas de

descanso más y decidimos aliarnos con ella y que creciera más. Ahora, mi Isabel es toda una

empresaria y nada más estamos esperando que el bebé nazca para que el sueño del restaurante se

haga realidad.

Yo, por mi lado, anuncié en la junta de socios que me retiraría por unos meses para poder disfrutar no

sólo del nacimiento de mi bebé si no después de éste, ya que quiero estar presente en cada desvelo,

trasnochada, llanto y risas de este hermoso ser que está a punto de llegar, además de que quiero

ayudarle a Isabel en todo y ser padre de nuevo de un recién nacido como tanto lo he querido.

Lea, nuestra pequeña e inteligente hija, es la que está más emocionada y todos los días le pregunta al

bebé si está apunto de llegar, porque le urge saber si será niño o niña y hacer un bonito cuando para

regalarle. Ella, ha ido desarrollando más y más sus habilidades artísticas, así que estoy pensando

construirle un pequeño estudio en el extenso jardín para que ahí tenga su espacio y pueda pintar,

jugar, leer y hacer lo que quiera, ya que se lo ha ganado a pulso. No sé si Jaqueline hubiese querido

que su hija fuera pintora como ella, pero al menos, eso es lo que nosotros pensamos que un día será.

Sin embargo, debo confesar que entre más pasan los días, mas nervioso me pongo de dejar a Isabel

sola por lo que ahora parezco guardaespaldas detrás de ella, aunque a ella no le guste, por si en

algún momento comienza el trabajo de parto y debemos llamar a todos los involucrados ya que por

decisión propia el bebé nacerá en casa y en parto bajo el agua para que la pierna de Isabel no sufra

daño y ella pueda concentrarse en el bebé y no en preocupaciones extras.

—Estoy bien amor.— Me vuelve a decir cuándo sale por décima vez del baño y camina hacia el

pasillo.

—Lo sé, pero se supone que la fecha de nacimiento del bebé fue hace dos días por lo que puede ser

en cualquier momento amor, así que más vale prevenir.

Ella entra al hermoso cuarto decorado de una forma bastante única, ya que Léa lo ha hecho. Sola

pintó un hermoso paisaje con nubes, flores y animales, e incluso Anky está ahí retratado y esta idea

surgió ya que al no saber el sexo del bebé no sabíamos qué pintura poner por lo que pinté las cuatro

paredes de blanco que se convirtieron en un enorme lienzo que mi hija aprovechó.

Isabel pone una de las mantas sobre el sofá y luego voltea a verme.— Llegará, tal vez el bebé sea el

más tranquilo de esta familia y haga las cosas a su modo y a sus tiempos sin aceptar presión de

nadie, ni siquiera mía.

Ella se acerca y pone mi mano sobre su vientre—¿Qué pasa? — Pregunto.

—¿Sientes como se mueve? Está bien amor, yo lo siento todos los días y está bien, en cualquier

momento dirá, es ahora un nunca y saldrá. Además la piscina está lista en el estudio, la partera

básicamente duerme aquí, el doctor también hasta la enfermera, entonces no debe de haber ningún

signo de preocupación.

La abrazo, y me encanta sentir su abultado vientre pegado a mi cuerpo y aunque ya no la puedo

rodear toda con los brazos aprovecho estos últimos momentos en que podré sentirla así de

embarazada.

—Lo siento mi amor, me preocupo porque quiero que todo salga bien.

—Y saldrá Quentin, no debemos caer en lo malo y siempre debemos pensar en lo bueno, porque si

este bebé viviera mal ya nos hubieran avisado antes ¿sí? Ahora mejor relajémonos y bajemos con tu

hija que está muy callada y sospecho que tiene algo que ver con la pintura de sus cuadros.

Me río.— Tienes razón, no pensaré nada malo que el bebé llegue cuando tenga que llegar, y te

prometo que pronto veré lo del espacio de pintura para que el sillón que escogimos de color blanco no

tenga otra mancha de azul.

—Gracias.— Contesta entre sonrisas.

Ambos bajamos a la sala para descubrir que sí, Lea había tirado pintura blanca sobre el sofá y que

afortunada no había mucha diferencia con el blanco de éste, así que se le pidió que dejara de pintar

en la sala y mejor lo hiciera en la cocina donde la pintura sobre azulejo era mucho más fácil que nada.

Entonces el día pasó en tranquilidad y armonía, sin preocupaciones ni nada que pudiera alarmarnos y

así fue también la noche hasta que nos fuimos a dormir debido al evidente cansancio que Isabel tenía.

A la magna siguiente, abro los ojos antes de que el despertador suene, una costumbre que tengo

desde hace mucho tiempo ya, volteo a ver a Isabel que se encuentra profundamente dormida a mi

lado, me pongo de pie y le doy un beso sobre la frente.

—Buenos días mi amor.— Hablo bajito.

Tomo mi móvil, me pongo los auriculares comienzo a escuchar las noticias financieras, nacionales e

internacionales. Me acerco a la habitación de Lea y le abro la puerta a Anky quien sale corriendo

escaleras abajo, como todos los días, para salir por la puerta de la cocina hacia el jardín a hacer sus

necesidades.

Voy hacia la cocina, abro la alacena, bajo los filtros del café lo pongo sobre la cafetera para después

llenarlo con cuatro cucharadas del café descafeinado que tomo desde hace meses atrás, pongo el

agua y la cierro. Voy por dos tazas y en la pequeña tetera de vidrio hago la mezcla del té favorito de

Isabel, pongo el agua caliente y espero, lo hago recargado sobre la barra de la cocina cuando de

pronto siento algo diferente, así que volteo hacia abajo para notar que parte de mi pierna está mojada.

—¿Qué demonios? — Murmuro cuando en eso me quito los audífonos para escuchar la voz de Isabel.

“¡Quentin!”

—Merde! Merde! Merde!— Expreso mientras salgo lo mas rápido que pudo escaleras arriba para ver a

Lea parada afuera de su habitación.

—¿Qué pasa?

—El bebé está por llegar, cámbiate de ropa por favor.— Hablo firme y la niña se mete enseguida a la

habitación.

Al entrar puedo ver a Isabel sentada en la orilla de la cama respirando, llego de inmediato y le tomo la

mano preocupado.

—¿Estás bien?

—Sí, sólo fue el susto, pero estoy bien, las contracciones aún son leves.

—Muy bien, llamo a todos para que preparen la piscina ¿si?

Me levanto e Isabel me toma del brazo.— Te amo.— Me dice emocionada.

—Te amo más.— Respondo y le doy un beso sobre los labios.

Así, después de ese último gesto, todo, absolutamente todo, escalo más rápido de lo que recordaba,

las contracciones empezaron a aumentar, Isabel comezón a quejarse y por mas que trataba de estar

tranquila le era imposible. Yo parecía un león enjaulado caminando por el lugar detrás de ella.

Isabel se toma de una de las silla y dobla las rodillas para sobrellevar la siguiente contracción, yo voy y

la ayudo poniendo mis manos debajo de sus axilas para cargarla y que ella se sienta más cómoda.

“Ahhhhhhh” Escucho que expresa y trata de tranquilizarse, cada minuto que pasa es más difícil que

ella se recupere.

—…Ocho, nueve y diez.— Cuento en su oído.

—Creo que ya está cerca, tengo muchas ganas de pujar… ¿Qué hora es? — Pregunta y yo volteo a

ver a mi suegra que de inmediato ve el móvil.

—Son las siete de la noche.

—¡Qué! ¡Cómo! Llevo trece horas así ¡Trece! — Expresa y luego sigue un “ahhhhhhhhhh” que la hace

volver a flaquear.

— Las contracciones cada vez está más cerca, es hora de que la señora entre a la piscina.— Indica la Còntens bel0ngs to Nô(v)elDr/a/ma.Org

partera.

—¿Ya escuchaste? Es hora.

—Lo sé, lo sé…estoy lista, estoy tan lista.— Contesta y con cuidado caminamos hacia allá y me meto

al agua tibia primero para después ayudarla a ella.

Me siento en la pequeña piscina y recargo a Isabel sobre mi pecho recordándome esa maravilloso

momento en la luna de miel donde ambos tomamos champaña en la bañera. Pongo las manos sobre

su vientre y siento como respira agitada.

La partera mete la mano al agua y después de unos momentos la saca.— Siento la cabeza.— Habla.

—Quentin, Quentin… — Me dice ella asustada.

—Dime.

—Está aquí, ya va a llegar, prométeme que si pasa algo lo atenderán primero ¿sí?

—Mi amor…

—Sólo prométemelo, te lo pido.— Insiste.

—Sí mi amor, te prometo que lo atenderé primero, pero concertémonos en lo positivo. — Le comento.

—Sólo prevengo, sólo prevengo… — y de pronto toma mi mano y con un gritó de dolor increíble me la

aprieta pasándome todo lo que siente en ese momento. Respiro para no expresar lo que siento porque

sé es mínimo comparado con lo que ella en este momento está viviendo.

—Isabel. En la próxima contracción pujas ¿está bien?

Ella asiente y se recarga sobre mi pecho.— Vamos a ser papás.— Expresa entre lágrimas.— Número

desconocido te dará un bebé.— Y comienza a reírse.

Me río con ella mientras le beso la frente y de pronto viene a mi mente todas las cosas que pasamos

juntos, el primer mensaje que me envío, las pláticas por teléfono, cuando leía sus mensajes de noche

antes de dormir, la primera vez que la vi con ese hermoso sombrero rojo, el beso bajo la nieve en

París, el patinaje sobre hielo, la primera vez que hicimos el amor y finalmente escucho en mi mente.

«¿Recuerdas cuándo me preguntaste qué eras en mi vida? Ya tengo la respuesta… Eres todo».

¡Puja Isabel! ¡Puja! Escucho entre pensamientos y regreso a la realidad para sentir el tenso cuerpo de

mi mujer pujando para dar a luz a nuestro bebé.

—Vamos mi amor tu puedes, puja, puja.— Murmuro en su oído. Isabel termina de pujar y se recarga

en mi pecho cansada. Beso su cabello.— Lo haces bien, eres una mujer fuerte, valiente y decidida, tu

puedes. Eres mi todo recuerda, mi todo.

“Ahhhhhhhh” contesta Isabel mientras vuelve a tensar su cuerpo y a pujar mucho más fuerte que

antes.

“Uno más, uno más Isabel, ya está afuera la cabeza”

En eso me asomo un poco para adelante y veo una cabeza llena de cabello negro y sonrío.— Ya veo

su cabello mi amor, es como el tuyo.— Expreso emocionado.

“Uno, dos, tres”

Isabel se relaja por completo y de pronto los dos vemos cómo la partera mete las dos manos en el

agua y un cuerpo rosita va saliendo poco a poco. La tarde cae tranquila, el sol se mete pero con el fin

del día nace, para nosotros, el comienzo de una nueva vida al que ambos dámos la bienvenida entre

lágrimas y sonrisas, y ahí estaba llorando fuerte y anunciando su llegada…Adelaide*

*De noble linaje


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