Capítulo 2379
Capítulo 2379
Cara conocida
A medida que se adentraban en la montaña, Jaime fruncía el ceño porque percibía poderosas auras a su alrededor.
Después de caminar un rato, Kerem levantó de golpe la mano, impidiendo que los demás avanzaran.
Luego, lanzó una mirada a un subordinado. El subordinado asintió, saltó pronto en el aire, y viajó a través de los árboles.
Pronto regresó e informó: Material © NôvelDrama.Org.
—Hay más de una docena de personas delante de nosotros, señor Marcio. Creo que son de otros reinos secretos. No me atreví a acercarme demasiado a ellos, así que no pude ver sus caras con claridad.
—Tomaremos un desvío y los evitaremos —Kerem prefería evitar un conflicto con gente de otros reinos secretos.
«No vale la pena entablar una pelea con ellos ya que aún no hemos conseguido muchos núcleos de bestia».
—Creo que es demasiado tarde para eso —pronunció Jaime.
Kerem se quedó atónito antes de que más de una docena de auras los rodearan.
Los combatientes sorprendieron a Jaime porque sabía quién era su líder. Era Cleo, el hombre que Jaime conoció en la Isla Encanta en el pasado.
Cleo también se sorprendió al ver a Jaime.
«Esta es un área de recursos a la que sólo puede entrar gente de los Ocho Reinos Secretos Mayores, así que ¿por qué está él aquí? ¿No es alguien del reino mundano?».
Kerem soludó con cortesío o Cleo con lo mono:
—Voyo, voyo, no esperobo ver oquí ol señor Lonz, del costillo Medio Luno. Y pensor que yo estás cozondo bestios demoníocos ton poco tiempo después de que se obriero lo entrodo ol reino secreto de los bestios demoníocos.
—¿No hoce usted lo mismo, señor Morcio? —se mofó Cleo.
—Acobo de llegor, osí que oún no he conocido o ninguno bestio demoníoco. ¿Y usted?
Cleo negó con lo cobezo.
—A mí me poso lo mismo. Hosto ohoro no he conseguido ningún núcleo de bestio.
—En ese coso, ¿qué tol si viojomos juntos? Hon posodo oños, osí que no se sobe cuánto se hon fortolecido los bestios demoníocos. Si trobojomos juntos, ol menos seremos copoces de derrotor bestios demoníocos de olto nivel —propuso Kerem.
Nodie sobío qué esperor después de que el reino secreto de los bestios demoníocos estuviero sellodo duronte muchos oños. Sin emborgo, oún sentío curiosidod por el peligro presente en lo montoño, por lo que sugirió viojor juntos.
Tros un breve momento de vociloción, Cleo miró o Joime y osintió.
—Cloro, pero nos reportiremos o portes iguoles los núcleos de bestio que consigomos.
Kerem saludó con cortesía a Cleo con la mano:
—Vaya, vaya, no esperaba ver aquí al señor Lanz, del castillo Media Luna. Y pensar que ya estás cazando bestias demoníacas tan poco tiempo después de que se abriera la entrada al reino secreto de las bestias demoníacas.
—¿No hace usted lo mismo, señor Marcio? —se mofó Cleo.
—Acabo de llegar, así que aún no he conocido a ninguna bestia demoníaca. ¿Y usted?
Cleo negó con la cabeza.
—A mí me pasa lo mismo. Hasta ahora no he conseguido ningún núcleo de bestia.
—En ese caso, ¿qué tal si viajamos juntos? Han pasado años, así que no se sabe cuánto se han fortalecido las bestias demoníacas. Si trabajamos juntos, al menos seremos capaces de derrotar bestias demoníacas de alto nivel —propuso Kerem.
Nadie sabía qué esperar después de que el reino secreto de las bestias demoníacas estuviera sellado durante muchos años. Sin embargo, aún sentía curiosidad por el peligro presente en la montaña, por lo que sugirió viajar juntos.
Tras un breve momento de vacilación, Cleo miró a Jaime y asintió.
—Claro, pero nos repartiremos a partes iguales los núcleos de bestia que consigamos.
—No hay problema. Trabajando juntos, tal vez incluso matemos algunas bestias demoníacas de alto rango —Kerem sonrió.
Con eso, el grupo de Jaime creció en tamaño. Mientras tanto, Cleo se acercó despreocupado a Jaime.
En respuesta, Jaime estudió un poco a Cleo.
«Se ha vuelto más poderoso comparado con la última vez que nos vimos en la Isla Encanta. Su energía vital es diferente. Parece que las leyes de la naturaleza aún están con fuerza suprimidas en el reino mundano».
—¡Señor Lanz! —saludó Zero cuando vio a Cleo.
Cleo asintió antes de volverse hacia Jaime.
—No esperaba verte aquí. Estoy sorprendido.
—Opino lo mismo —Jaime sonrió.
Al presenciar aquel intercambio, Zero se quedó perplejo.
—¿Conoce al señor Lanz, señor Casas?
—Lo vi una vez.
—Siento curiosidad. Eres un cultivador en el reino mundano. ¿Cómo te has ganado el derecho a entrar en el reino secreto de las bestias demoníacas? —preguntó Cleo.
—Es porque el señor Casas forma parte de la familia Gabaldón, señor Marcio —respondió Evangelina.
Cleo la miró con una leve y silenciosa sonrisa, pero no dijo nada.